Cualquier lugar de exhibición propone un vínculo entre el espacio de la locación tridimensional y la extensión de superficie de los muros, no importa cuanta conciencia tenga el espectador de cómo influyen en él esas relaciones proporcionales. El artista, en cambio, se podría decir que incluso está obligado a ponderar cuidadosamente las lógicas de metros y centímetros que se ponen en juego apenas planteada la correlación de fuerzas entre lo físico y lo óptico.
En esta ocasión, la superficie es el canon y hasta se diría que la motivación principal, como si los tres artistas participantes se propusieran revisar y amalgamar la elección, la concertación y el contrapunto de sus piezas según la única lógica de una consigna perimetral. Consecuentemente, y quizás más que nunca, los límites, las razones y las relaciones de la obra de cada uno con la del otro, y con el ámbito, se someten a la norma de una frontal exterioridad, frente a la probabilidad cierta de que también allí, en esa matemática forzada, pueda revelarse una “zona franca” de coordenadas más inesperadas y autónomas.
Agosto 2022
