Alec Franco
El color no está en las cosas
12 de mayo al 12 de junio de 2022
Curador: Gabriel Palumbo
Texto curatorial
“Cuando el color tiene su riqueza, la forma tiene su plenitud”
Paul Cézanne
Como muy pocas cosas en la vida, el color tiene el enorme poder de los misterios sin resolver. Nunca sabremos cuánto nos aman los que dicen hacerlo, así como no podemos saber qué ve cada uno de nosotros cuando ve un color.
Este enigma de la intimidad ha sido abordado desde la filosofía, desde la óptica, incluso desde la historia. Todos han hecho algún aporte sustantivo y algunos han llegado a tributar con cierta belleza sobre el asunto.
Pero son los pintores quienes tienen la llave, tal vez porque saben que el color no está ni en la naturaleza, ni en las cosas, ni siquiera en sus propias paletas y talleres, sino que se crea y recrea en la capacidad de vincular a las personas con el mundo. Es en ese encuentro donde el color adquiere su capacidad simbólica y se vuelve, ante todo, un significado. Cuando un artista logra descifrar, intuitiva o intelectualmente ese enigma, es que se vuelve un mago.
La obra de Alec Franco hace ese trabajo con una potente serenidad. Su gesto, que a menudo parece tener una genética violenta y arrebatada, se suaviza en la gran capacidad de comunicación de su manejo del color. Crea la ilusión mezclando color y vacío, expansión y contención, y eso se vuelve asombroso porque genera un efecto incluso antes de darnos cuenta. En algunas de sus pinturas Franco trabaja como queriendo desenredar una madeja emocional. Como Delacroix con su canasta de lanas de colores, intenta combinarlos para encontrar el tono justo que permita hacer aparecer también la forma.
En sus lienzos grandes, pareciera que las figuras intentan escapar del plano, pero la composición es tan precisa que el espectador jamás sentirá que el cuadro se desbalancea o se dispersa. El juego entre la abstracción y una difusa vibración figurativa que maneja Franco le devuelve al espectador la soberanía significativa sobre la obra. En sus trabajos, el axioma según el cual la obra sólo se completa cuando encuentra la recepción adquiere una dimensión renovada. Tanto en las piezas grandes como en las más pequeñas, en las telas y en los papeles expuestos en la galería, la amplitud de representaciones que se habilitan tienen como límite único la imaginación del espectador.
Con El color no está en las cosas Alec Franco realiza entonces una operación doble. Por un lado impulsa la experiencia vital desde la luz, como sabiendo que su falta habilita cosas malas. No es un secreto para nadie que la falta de color y la uniformidad son síntomas de sociedades autoritarias y de experiencias eclipsadas. Como describió John Ruskin para reforzar su apuesta personal a favor del color; la muerte, la noche y toda polución, son incoloras. Por otro lado, las pinturas de Alec Franco, o más bien su obra, están en esa búsqueda particular, persistente y necesaria de encontrar y fundar lo que Félix de Azúa llama leyenda cromática. Es la imperiosa y justa tarea de hallar ese color que genere mundos nuevos, que arroje a la experiencia algo que todavía no existe.
Gabriel Palumbo
Mayo 2022