Daniel Prieto
Danza, homenaje a Matisse
10 de octubre al 10 de noviembre de 2019
Curadora: Jane Doe
Texto curatorial
En 1989 Daniel Prieto se aventuró a visitar París por un día, en una suerte de viaje iniciático. Así su periplo comenzó, y también los cimientos sobre los que edificó, sin darse cuenta, toda su posterior obra vinculada a la serie aquí expuesta. Prieto pudo ver por primera vez en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de París La Danza, obra que Henri Matisse realizó a partir de 1930 por encargo; un óleo de enormes dimensiones sobre tela, en tres paneles adaptados a la forma arquitectónica que los contendría.
El término rencontres, en francés, remite tanto a encuentro como a reencuentro, pero también a hallazgo o descubrimiento, al acto de conocer a alguien o a algo por primera vez.
No fue hasta 2018, 29 años después, en que ese reencuentro con La danza de Matisse en aquel mismo Museo en París, lo retrotrajo a la revisión de obras construidas en papel luego de ese primer impacto. Es oportuno recurrir a Platón para quien la experiencia de lo bello es una repetición de lo que ha sido, un reconocimiento1. Podríamos decir entonces que Prieto se reencontró con París, la danza, y consigo mismo.
Michel Onfray afirma que Viajar exige funcionar sensualmente a tope. Emoción, afecto, entusiasmo, asombro, interrogación, sorpresa, alegría y estupefacción, todo se mezcla en el ejercicio de lo bello y lo sublime, el cambio de hábito y de la diferencia2. Poco importa el soporte en que la memoria reconstruye los recuerdos. Lejos del momento del acontecimiento, quedan instantes congelados en formas susceptibles de reactivaciones.
La huella mnémica de las vivencias que rodearon su encuentro con la obra de Matisse, hizo que años más tarde todo volviera a prorrumpir con fuerza en su obra, configurando un lenguaje personal tejido a partir de retazos de su historia de vida. Esto dio lugar a un producto artístico que, en su objetivo de exaltar la danza, en tanto principio creador universal, impresiona nuestros sentidos como si de música se tratara, articulando equilibrio, vibraciones, ritmo, movimiento, sonidos y silencios, a través de formas reticuladas que se enredan y ramifican, se entrecruzan y superponen, simulando la lenta y sigilosa danza de los vegetales.
La armonía de lo bello consiste en el desorden3, según Byung-Chul Han. Lo bello es contradictorio. Se podría decir que la tarea del artista consiste en metaforizar al mundo, poetizarlo, y en tal sentido la mirada poética construida por Prieto a lo largo de su derrotero, consigue revelarnos las ocultas relaciones sensuales entre las cosas. La belleza es el acontecimiento de una relación, largo y espacioso es el paso de lo bello, afirma Chul Han. Y es al compás de ese pulso lento y sin continuo, que La Danza de Prieto se despliega y manifiesta, como una sedimentación histórica que fosforece y florece.
Graciela Wahnish
Graciela Wahnish es Lic. en Artes Visuales del Instituto Universitario Nacional de Artes. Artes Visuales y docente de la misma Institución. Cursó la Maestría en Curaduría en Artes Visuales de la Universidad Nacional Tres de Febrero. http://wesgrace.wixsite.com/photography/about
1 CHUL HAN Byung. La Salvación de lo Bello, Buenos Aires, Herder, 2015. P.99
2 ONFRAY, Michael. Teoría del Viaje. Poética de la Geografía. Buenos Aires. Taurus, 2016. P.56
3 CHUL HAN Byung. La Salvación de lo Bello, Buenos Aires, Herder, 2015. P.103