Stein, Obra reciente

Stein

Obra reciente
19 de mayo al 18 de junio de 2017
Texto curatorial

En la pintura de Pablo Stein parece manifestarse, o producirse, un cierto estado de conflicto, de conflagración entre elementos que pugnan por prevalecer unos sobre otros, sin que ninguno aparezca en última instancia como dominante. Y esto puede deberse a una decisión ordenada, a un programa estructural, o bien ser consecuencia de una cualidad interior del artista, debatiéndose entre fuerzas, magnitudes y movimientos que irrumpen y retroceden indistintamente en el territorio de la conciencia práctica pictórica, y que hacen del soporte y del lienzo una suerte de campo de batalla.

Inequívocas figuras invariablemente femeninas y casi siempre de espaldas, o bien mostrando de soslayo un terso semiperfil, elaboradas a mitad de camino entre la referencia y la síntesis geométrica, a veces se metamorfosean en siluetas informes, en bultos extrañamente voluptuosos, y sobreviven forzadamente al embate de una convulsionada exudación de pintura chorreada, sopleteada, en una pelea disrruptiva de gruesas tachaduras, salpicaduras y brochazos.

Si hubiera que ensayar una taxonomía de esos componentes, podría verse que provienen tanto de fuentes iconográficas muy pregantes e identificables – la retórica y los manierismos de la fotografía de modas, la estilización figurativa – como de diversos géneros y técnicas – la abstracción matérica, los prototípicos trazos, manchas, pinceladas salvajes y derrames de la action painting – y que también se nutren de términos que suelen concebirse como contrapuestos, en una polaridad donde el dilema, o la dialéctica, entre la acción y la reflexión vuelve a ser protagonista.

Las texturas y los pigmentos, lo fluído y lo denso, lo corpóreo y lo atmosférico, el contraste y la mezcla, lo visible y lo ocluído, se unen y se separan, se coagulan y se diluyen, como los humores y las sustancias de una alquimia secular que se disputa la fisonomía temática y semántica de cada pieza, haciendo que sea ocioso, o imposible, detectar cual es la filiación última de ellas, como no sea la del choque de modalidades y estímulos si no opuestos, al menos dispares.

Cuando aborda el collage de y sobre papel, y a pesar de seguir captado por esta distópica sintonía, Stein encuentra en ese medio una variante más moderada, como si el temperamento que exhibe en sus pinturas le impusiera ahora una pausa, un respiro, entre papeles de color cubiertos de purpurinas, hojas de calco empleadas como veladuras – equivalentes a las vaporosas nubes de acrílico que nublan los planos -, y fotografías disueltas en recortes mutilados sobre las que irrumpen de repente disparos de aerosol. Aquí se abre paso una zona de engañoso formalismo, donde los fervores paroxísticos dejan paso a una sensibilidad más elegante, menos desbordada. Y a la vez, en este terreno deliberadamente restringido, oculto tras una discreta decoratividad, y en los residuos de imágenes alteradas en sonoros efectos de superficie, acecha el rostro más puro, filoso y palpitante de un pintor pulsional y turbulento que, circunstancialmente recluído, prepara el momento de volver a la carga.

Eduardo Stupia
Abril, 2017